Papá, donde dejaste tu correspondencia, lo que no pudieron
llevarse a embriagar el talco de los días, tu cancer referido,
tu destinatario.
Algo te alimenta además de un místico entramado,
algo te hace respirar sobre la máquina ya enferma.
Te miro, quisiera tocarte los cabellos como a un hijo enfermo.
Tengo miedo. Envejezco.
La ciudad no debería crecer, debería quedarse en un momento
solo: La ciudad, esa gran puta, no sabe que nos duele.
Antes de llegar, aqui, existe un lugar donde se come delicioso.
Mario Alonso
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